Hoy 11 de abril se conmemora el Día Mundial del Parkinson. Una de las enfermedades neurológicas que registra el crecimiento más acelerado a nivel mundial.
Pues si, lo conozco, al igual que el autismo llegó de forma paulatina, sin hacer ruido, hasta que cuando notamos su presencia ya era irremediable su despedida.
Cuando uno convive con el autismo, aprende por ejemplo a ser paciente, a priorizar los problemas, a aceptar situaciones nuevas. Con el Parkinson ocurre lo mismo. Al final te das cuenta que da igual el nombre que le pongamos, pero son muchas más las similitudes que las diferencias.
Sin embargo, sí existe una diferencia. La edad. En mi caso, teniendo cerca autismo y Parkinson, existen varias generaciones de por medio y poniéndome en sus zapatos, porque la empatía es otra de las cosas que se aprende, me doy cuenta que llegar a ser incluso mucho más duro. Me explico. Cuando tienes a tu hijo pequeño con autismo, sigues viéndolo como a tu pequeño, y sabes que cuidarlo en sus rutinas como el baño, la comida, la higiene, pues no deja de ser trabajo de una mamá o un papá. En el caso del Parkinson,, hay un cambio inesperado de los roles, hijo/a cuidando a su padre/madre…extraño, ¿verdad? aún así lo haces solo por el simple hecho de devolverle todo lo que ha hecho por ti.
Independientemente de todo el desgaste emocional, físico, mental que produce cuidar a alguien dependiente, no dejas de valorar cada pequeño momento. Curioso es también, que por ejemplo, mientras que en tu hijo (con autismo), pues siempre ha sido de una forma determinada y así lo has conocido desde pequeñito, en el caso de tu progenitor (con Parkinson), se convierte en una persona diferente a la que era, eres espectador/a de la involución que le acompaña durante los días, con la terrible frustración de querer hacer más de lo que haces. Sin embargo, en ambos casos, está claro, que el amor, el compromiso y la dedicación que aportamos es todo lo que se lleva y que de alguna cierta forma, la siente.
Ayer conocí una asociación ASPARAX, con sede en Mezquitilla y me comentaban que cada vez son más los casos diagnosticados de personas más jóvenes. Por lo que es necesario seguir trabajando, para prevenirlo y detectarlo lo antes posible.
Hace unos años, presenté con mi grupo municipal una moción con motivo de este día y pedimos plantar un árbol en los jardines de la Casa Fuerte Bezmilia, un precioso Ciprés Lawson. Pasa el tiempo, cada día que paso por allí lo miro, a lo lejos, y se mantiene firme a pesar del viento, la lluvia y mira que es finito, pues sorprende, como nos sorprenden aquellos un día cualquiera con un logro, con una sonrisa.
En este 11 de abril todo mi cariño para todas aquellas personas que padecen Parkinson y si me lo permiten, para alguien muy especial, que nos dejó el pasado 29 de noviembre, mi querido maestro, amigo y camarada Antonio Romero, que joven fue diagnosticado de Parkinson, lo que le “obligó” a publicar sus memorias a temprana edad y que a pesar de toda esa lucha contra la enfermedad, no fue causa para dejar de hacer lo que más le apasionaba, además de los galgos… LA POLÍTICA,
Y cómo no, dar las gracias y todo el ánimo del mundo a quienes cuidan, a esos maridos, mujeres, hijos, hijas que tienen que cambiar sus estilos de vida, sus trabajos, para dedicar todo su tiempo a ese familiar que necesita de su cuidado. Tenemos que cuidar de quienes cuidan, necesitan estar bien, para estar fuertes. A ti, cuidador, cuidadora, no decaigas, lo sé es muy doloroso, es a veces frustrante y muy agotador, pero la vida es así de puñetera, aunque de vez en cuando asoma luz y brillo, créeme. Y si necesitas tomarte un café con alguien y contarlo, cómo te sientes, lo haces, si necesitas gritar, lo haces, no olvides que necesitas tu propia válvula de escape. ¿qué te voy a contar que no sepas ya? a mi me dio para un libro, jeje.
Y en último lugar, no menos importante. A ellas, a ellos, cuidémosles con todo el cariño del mundo, porque como ocurre con los niños y niñas con autismo, que hay quienes piensan que viven en otro mundo, que no se enteran, pues no, para nada, se enteran muy bien, y sienten, y en su caso, en el de nuestros mayores que se ven incapacitados para seguir con su vida y la tienen a expensas de alguien que vele por ellos, sufren y mucho. Así que toca hablarles con amor, tener mucha paciencia, escucharles y sobre todo hacerles sentir que son necesarios…a su manera.